martes, 3 de septiembre de 2013

Espero, te espero, quién sabe.

Esta noche mientras cenaba,
me acordé de ti
me entraron
 ganas de ti.
Pero,
claro,
como siempre faltabas en mi mesa
entre mis piernas
y en mis labios.
Como siempre.
Claro.
¿Por qué cambiar las costumbres, verdad?
Llegar tarde siempre,
mientras yo,
te espero,
o, mejor dicho, espero.
Mientras yo solo espere
tú nunca aparecerás, ¿verdad?
Nos cruzaremos en algún momento poco apropiado, 
sorprendidos por el tiempo que ha pasado desde la última vez 
que apareciste a nuestra cita. 
A nuestra hora.
Son las 22:26, hoy tampoco creo que te deje de esperar.
Hoy tampoco creo que aparezcas. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario