viernes, 22 de febrero de 2013

¿Qué quieres que te diga? Dímelo y te lo diré, te lo tatuaré.


Me da vértigo saltar a tus labios. 
Me hace temblar asomarme a tus palabras. 
Me reconcome pensar día y noche contigo. 
Tartamudean mis noches en vela sin ti; y sin el posible nosotros que rima tan bien con la sonrisa que me sale al ver que aún me recuerdas aunque sea por unos segundos, aunque sea por mi perfume.

Pienso, tiemblo y me acojono; pero aún y todo, sigo en modo de espera, sentada con mi eje puesto en ti. 
Tú mi punto fijo, mi kilómetro cero por el que algún día volví a caer. 

Mientras tanto piensas en encontrar la bala perfecta, la bala que encaje bien entre tus neuronas, para por fin olvidar. No solo a mi, no soy tan egoísta; sé bien que hace varios meses, al deshacer tus maletas, el mundo empezó a comerte poco a poco. 

Comenzó a llover y llover. A robarte por dentro, y a desbaratarte por fuera. 

Esas maletas que una mañana hiciste saturadas de sonrisas, de vuelo bordado, en caminos prometedores, que por algún estúpido despiste perdiste. 

Que te pones a recordar en dónde pudo ser la caída, en qué oportunidad caíste al vacío dejando tu salvavidas volando lejos.

Pero nada, ni lo sabes ni nunca lo comprenderás del todo

Claro, te sentías tan valiente eras tan poco túEras tan ella que te perdiste a ti mismo camino al hogar. 

Un hogar que ya no lleva tu nombre por bandera; cuatro paredes y unos labios que tampoco llevan tu miel encalada. 

Entre las esquinas sombrías relatas tu culpa, escribiendo en humo desgraciado

No hay comentarios:

Publicar un comentario