sábado, 10 de noviembre de 2012

#1 Los "para siempre" siempre caducan

Él solo la necesitaba a ella; ella, solo necesitaba otra copa más. Para olvidar y recordar, recordar y volver a olvidar. Soñando con un todo que resulto ser un obstáculo lo suficientemente catastrófico. Arrasó con todo. Primero fueron las mañanas sin aquellos "buenos días". Volvieron los te echo de menos que intentaban salvar un día en el que no se echaron.
Dos enamorados amados por la tragedia.

Ellos eran quienes se comerían el mundo, bocado a bocado. De golpe. De improvisto. Eran ellos los que juraron amarse por siempre, juraron volver a encontrarse.

Caminando por diferentes caminos durante dos años supieron que nada seria tan fácil. Que ellos, los de entonces, los mismos que juraron volver a verse, no serían los mismos.

Ella bajo la lluvia corría volviendo atrás,  volviendo a aquella tarde de tormenta en la que él no supo como pedirle que le besase una vez más. Jura que en ese momento su corazón dejo de latir para poder disfrutar de aquel beso en toda su totalidad. Jura haberse enamorado.

Varios kilómetros más al norte sus ojos se desvelan pensando en ella. Mismo sueño que conlleva misma rutina. Se repite que no puede seguir así. Suenan miles de frases dentro de su cabeza, miles de conversaciones telefónicas que nunca se llegaron a marcar. Los rayos de sol marcan sus ojeras; sus ojeras marcan su tristeza, su falta de ella. Aquella chica de larga melena que se marchó sin mirar, en busca de un desafío; en busca de un todo. Él sin embargo, sigue en el mismo aburrido pueblo repleto de todas aquellas conversaciones pronunciadas. Marcadas en todas las farolas de la avenida. Intenta sonreír a cada esquina de aquella plaza pero no es capaz, no ahora, tal vez mañana las esquinas se hayan calmado, tal vez mañana no les apetezca lanzar tantos recuerdos a su mente. Tal vez y sólo tal vez llegará a olvidarla alguna mañana de estas. Mantiene la esperanza de poder despertarse sin pensamientos. Espera que los sueños le roben aquel todo que un día describió en su diario como perfección.

Que no lo recuerda dice. Que sus actos no fueron cosa suya. Que todos aquellos mensajes no los envió él, que no dejo a sus amigos de lado por ella. Que va. Todo aquello fue una extraña realidad que duro demasiado. Sus amigos se cansaron de los plantones de última hora, de las noches de celestinas.

Ha pasado demasiado tiempo. Dos años. Dos largos y agotadores años que tienen una gran historia por contar.

Continuará

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