viernes, 5 de octubre de 2012

Gastaras suspiros y mataras neuronas


Sumamos miles de momentos mientras deshacemos miles de cabos. Esperamos que la solución aparezca de golpe con ese trago de cafeína, preguntándonos como todas las mañanas “Qué tal fue la noche”. Que un te quiero no suena bien sin un buen ritmo, sin un buen enfoque que te haga saltar, flotar a miles de sonrisas de aquí. Alguien, que no soy yo, te compró miles de te quieros verdaderos; de esos que hacen eco. No te quedan para mi. Un "y yo" los releva en cada frase. Continuamos hablando como si nada ocurriese como si nada hubiese cambiado. Hasta que una tarde decides marchar lejos; sin decir nada me dejas sola una noche de sábado más, en la cama vacía. Una muñeca de playa es la que esta noche te hará compañía en cualquier habitación de motel. Gastaras suspiros y mataras neuronas. La mitad de ellas contenían las sensaciones de esa primera cita, en esa que no te deje llegar a más. Las de la segunda, en la que tus ojos me guiñaron un posible futuro, mientras tus manos me silbaron una bonita canción. Y las de la tercera, aquella que mantengo borrosa aún por aquellos besos bohemios que hicieron que perdiese todos mis papeles. No te enfades por escuchar lo que no consigues pronunciar, todos tenemos imposibles. Algún día la tormenta aminorara, se calmará y dejará al sol brillar en todo su esplendor;  ese día, será el día que venza a mis imposibles. Será el día que confunda, a falta de neuronas, el aroma de tu piel con el de mi antiguo yo. Siento tener que dejarte en este tramo de mi vida, pero me esperan en la parte alta de mi historia y ya llego bastantes meses tarde.


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